Caza de pantano II Ebook Tooltip Ebooks kunnen worden gelezen op uw computer en op daarvoor geschikte e-readers. Poemario

Cómo introducir un libro de poesía cuando no es lírica lo que escribo, me pregunté alguna vez. La duda volvió a abordarme en el instante en que los versos de Marisol se iban apropiando de todas mis sensaciones. De mi memoria amarrada a muchas de las imágenes ancladas en sus poemas. De mis emociones al participar, desde el honor que me concedió al pedirme prologar su obra, de tanta belleza alojada en sus palabras. Será que la poesía es el lenguaje más sensible, pensé mientras comenzaba a escribir. Será que en tal estado de introspección el mundo se transforma, al menos por un rato, en un sitio más habitable... En una caverna de antaño para refugiarse y ahí, desde alguna guarida del alma, volcar unos deseos como esos que se piden en cada cumpleaños al apagar las velas. En el segundo de avistaje de la estrella fugaz y su efímera exhibición acrobática. Al soplar los panaderos de los sueños, a campo abierto, sin preocuparnos si alguien nos ve y se ríe de nuestra candidez. Si así fuese confiaríamos. Creeríamos que quien nos observa se interpelará a sí mismo trayendo de regreso al niño que fue. Al que quizá viva en las cavilaciones de los que a pesar de los avatares del tiempo soplan panaderos y remontan cometas. Esos canosos que reivindican al que todavía no se despidió, parpadean azorados por las luces de los tiovivos que saltan de la página, en los poemas tan comprometidos de Marisol. Quizá, en la inspiración de los que se atreven a escribir poesía muy a pesar de un sistema que mercantiliza al arte, yace parte de esa inocencia con la que hace tanto tiempo contemplamos el mundo. Inocencia para albergar esperanza pero nunca resignación. Cañones ocultos en la simiente de la tierra labrada por los explotados, en los versos de Marisol. Cañones floridos que estrepitosos disparan su denuncia. Son armas cargadas de futuro, como alguna vez dijo Celaya acerca de la poesía social. Sangre joven de Ayotzinapa que derramada fluye en contra del olvido en distintos torrentes. Vestigios de Tenochtitlan surcando los meandros del tiempo hasta llegar al Tahuantinsuyo. Ese viaje libertario acaece sin límites geográficos porque los versos de Marisol vienen a devolvernos parte de lo arrebatado. Nos conducen al momento anterior al despojo al atizar la memoria originaria latinoamericana. Estos poemas eluden cualquier artificio mnemónico. Al convertir miles de epopeyas de la mitología en una sola, la conciencia sobre una igualitaria humanidad que soslaya fronteras nos habita y transporta fuera de meridiano. Nos adentra en el latifundio moderno que se apropia de los recursos de los pueblos. En la podredumbre de los traidores que dejan hacer a las empresas que contaminan los suelos y el agua. Patrimonio natural que es de los pueblos, muy a pesar de tanto discurso propietario del poder.
No son páginas de poesía superficial. Las que estás listo a abordar son páginas de poemas comprometidos con nuestro tiempo. Son versos que provocan una tensión en la naturalización del sistema vomitivo. La que vas a leer no es la poesía del montón que sólo apela a sensaciones efímeras. Las que vienen son páginas de lucha, de resistencia. La poesía de Marisol es arte de trincheras y cada quien sabe, solitario con su conciencia, de qué lado debe colocarse para definir su posición en el mundo.

Sheila Acosta Anzalone